Animate a crear tu espacio sensorial con neuroarquitectura en tus áreas verdes.
¿Sabías que el diseño de tu jardín puede tener un impacto directo en tu bienestar físico y mental? La neuroarquitectura es una disciplina que estudia cómo el entorno físico afecta nuestro cerebro y comportamiento. Al aplicar sus principios al diseño de un jardín, podemos crear un espacio que no solo sea hermoso, sino que también estimule nuestros sentidos, reduzca el estrés y promueva la calma. Un jardín sensorial es un refugio personal, un santuario que nos conecta con la naturaleza y nos ayuda a recargar energías.
Elementos clave de la neuroarquitectura para un jardín sensorial
Para diseñar un jardín que despierte tus sentidos, es fundamental incorporar una variedad de elementos que estimulen la vista, el olfato, el tacto, el oído y, en menor medida, el gusto.
“Los cuatro elementos básicos de la naturaleza son el aire, el agua, la tierra y el fuego, y deben disponerse para el diseño de este tipo de jardines”
- Vista: Los cuatro elementos básicos de la naturaleza son el aire, el agua, la tierra y el fuego, y deben disponerse para el diseño de este tipo de jardines con la paleta de colores. Los tonos verdes y azules inducen la calma, mientras que los rojos, naranjas y amarillos pueden ser estimulantes. Incorporá flores y follaje de diferentes formas y tamaños para crear interés visual. Considerá la iluminación; la luz natural es ideal, pero la iluminación artificial estratégica puede realzar texturas y crear ambientes mágicos por la noche.
- Olfato: Las plantas aromáticas son esenciales. Lavanda, jazmín, romero, menta y rosas no solo huelen increíble, sino que también tienen propiedades relajantes. Ubicalas cerca de las áreas de descanso para que sus fragancias se liberen con la brisa o al tocarlas.
- Oído: El sonido de la naturaleza es terapéutico. Instalá una fuente o un pequeño estanque para disfrutar del relajante murmullo del agua. Los carillones de viento pueden añadir una melodía suave, y las plantas que susurran al viento, como el bambú, también contribuyen a la atmósfera auditiva.
- Tacto: Integrá diferentes texturas en tu jardín. Utilizá gravas, piedras lisas, musgo, hierbas suaves y la corteza rugosa de los árboles. Plantas como las suculentas con sus hojas carnosas, son perfectas para tocar y sentir.
- Gusto: Si el espacio lo permite, creá un pequeño rincón de hierbas comestibles como albahaca, cilantro, orégano o frutillas. Podés cosechar y probar directamente de tu jardín, cerrando el ciclo sensorial.
Exteriores poéticos
De estos, el agua nos transmite calma, tranquilidad y junto con el aire, sirve para refrescar el ambiente en épocas cálidas, mejorando la humedad ambiental, haciendo mucho más apacibles los jardines, generando sensación de confort. Además, el sonido del agua al caer invita a la relajación y a la meditación, amortigua la contaminación acústica del exterior, creando un ambiente relajante, y la podemos incorporar con fuentes de cascada, láminas de agua en movimiento, piscinas y pequeños estanques, en los que también podemos colocar plantas fitodepurativas que mantengan la calidad del agua y evite su contaminación.
Estilos de jardín que se adaptan a la neuroarquitectura
Si bien cualquier estilo puede ser sensorial, algunos se prestan particularmente bien a esta idea:
- Jardín minimalista japonés: Este estilo, conocido por su simplicidad y serenidad, utiliza elementos como rocas, arena, agua y musgo para crear un ambiente meditativo. El foco está en la armonía y el equilibrio, ideal para la relajación.
- Jardín de estilo cottage (campestre): Es un estilo más exuberante y despreocupado. La abundancia de flores, hierbas y plantas aromáticas crea un festival para los sentidos. Es un estilo que invita a la exploración y al disfrute de la naturaleza en su máxima expresión.
- Jardín mediterráneo: Con su uso de grava, plantas aromáticas resistentes a la sequía como la lavanda y el romero, y los sonidos de una pequeña fuente, evoca una sensación de vacaciones y tranquilidad.
Consejos prácticos de decoración
La decoración es el toque final que une todos los elementos:
- Muebles cómodos: Elegí una silla o banco que invite a sentarse y a contemplar el espacio.
- Caminos: Utilizá materiales de texturas variadas para los senderos. Un camino de piedras grandes o de madera, te va a hacer caminar más despacio y con más atención.
- Elementos artísticos: Una escultura, una celosía con enredaderas o una pared con un diseño interesante, pueden dirigir la vista y crear puntos focales.
La clave de un jardín sensorial no es la perfección, sino la intención. Es un proyecto personal que te invita a conectar con la naturaleza y, en el proceso, contigo mismo. No importa el tamaño de tu espacio, siempre podés incorporar elementos que estimulen tus sentidos, y transformen tu jardín en un santuario de paz y bienestar.