Es muy importante tener en cuenta el estrés por temperatura que pueden llegar a sufrir nuestras plantas. ¡Te contamos cómo identificarlo y prevenirlo!
Ya hablamos del estrés vegetal; ahora indagaremos en uno muy específico: el estrés por temperatura. Como bien sabemos, las plantas crecieron y evolucionaron en un determinado bioambiente con un clima, un suelo y otras plantas compañeras de viaje.
Dentro de las adaptaciones, están aquellas que quedan definidas por la temperatura óptima de crecimiento. Es decir, las máximas y las mínimas que pueden tolerar sin sufrir daños irreversibles.
A continuación, te contamos cuáles son las causas del estrés por temperatura.
Exceso de calor
Provoca en las plantas daños fisiológicos y/o metabólicos como la inactivación de encimas. En general, está asociado con el estrés hídrico por falta de agua. La orientación y enrollamiento de las hojas son mecanismos que utiliza la planta para superarlo pero, si no lo hace, habrán necrosis y hojas secas.
En ese caso, incluso los tallos jóvenes se pueden ver afectados. Las plantas transpiran por evaporación más agua de las que son capaces de absorber por las raíces.
Exceso de frío
Puede causar daños en la fisiología y en la estructura de nuestras plantas. Cuando se produce una “helada”, la temperatura baja muy rápido. Por esto, el agua contenida en las células dentro de una estructura llamada vacuolas se congela y forma cristales que las rompen.
Cuando vuelve a subir la temperatura, tenemos el aspecto de quemado en las hojas y éstas pierden la turgencia característica.Cuando las plantas sufren estrés por frío, sin que sea extremo como el visto recién, tienden a detener su crecimiento.
Esto lo hacen absorbiendo menos agua y a acumular azúcares que harán que el punto de congelamiento del líquido contenido en las vacuolas sea más bajo.
Estrés por falta o exceso de luz
La luz es la fuente de energía para la fotosíntesis. Cada variedad tiene sus propias necesidades y está relacionada con la producción de carbohidratos y oxígeno. Solemos clasificarlas de modo arbitrario como plantas para pleno sol, sombra parcial o de interior de acuerdo con las condiciones de luz y de sol ideales para cada una.
La falta o el exceso de estos, influye también en su crecimiento y desarrollo entendiendo a este último como la capacidad de florecer y dar frutos. Un exceso de luz solar puede quemar las hojas y el resto de la planta.
Si las condiciones persisten, la planta no se recuperará. Por otro lado, la falta hará que la planta crezca en búsqueda de ella estirando los tallos (ahilamiento o etiolado) y observaremos también una pérdida de color por la falta de clorofila en sus hojas.
Si nos encontramos con exceso el cambio de lugar de la planta debe ser rápido. En cuanto a la segunda situación, deberemos llevarla al lugar ideal para ver ella si es una planta de interior. Pero, por otro lado, a la que requiere de pleno sol deberemos aclimatarla pasando por un lugar intermedio. De esa forma evitaremos que se queme por acción de la luz.
Recorré más notas de paisajimo.