La arquitectura brutalista, refiere a un estilo que se destaca por su audacia y veracidad. Conocida por su estética cruda y su enfoque en la funcionalidad, sigue siendo un tema de debate y admiración.
Desde una mirada histórica, la arquitectura brutalista emergió en la década de 1950 como una respuesta a las formas decorativas y los estilos ornamentales que predominaban en la arquitectura de mediados del siglo XX. Su origen se encuentra en la posguerra, una época en la que la necesidad de reconstrucción y la búsqueda de una arquitectura funcional y económica eran primordiales. El término “brutalismo” proviene del francés “béton brut”, que significa “hormigón crudo”, un material que define en gran medida la estética del estilo. La influencia de Le Corbusier, uno de los pioneros del brutalismo, fue crucial. Su uso innovador del hormigón en edificios estableció un precedente para esta nueva forma de arquitectura.
“El brutalismo celebra la textura y la naturaleza cruda de los materiales de construcción”
Una de las características más distintivas del brutalismo es su enfoque en la honestidad de los materiales. A diferencia de otros estilos arquitectónicos que buscan ocultar o embellecer las estructuras subyacentes, el brutalismo celebra la textura y la naturaleza cruda de los materiales de construcción. El hormigón expuesto, a menudo en su estado más rugoso y sin tratar, es el material insignia. Las superficies ásperas y las juntas visibles entre paneles de hormigón reflejan un compromiso con la transparencia estructural y funcional.
Esta tendencia también se caracteriza por sus formas geométricas audaces y masivas. Los edificios brutalistas tienden a tener una presencia monumental, con bloques y volúmenes que parecen desafiar la ligereza de otros estilos arquitectónicos. Esta estética robusta y a veces imponente responde a una filosofía de funcionalidad y solidez, en lugar de la ornamentación y el decorativismo. La estructura y el diseño de estos edificios suelen expresar la interacción entre la forma y la función, destacando la ingeniería y el propósito detrás de cada componente.
Aunque el brutalismo ha sido objeto de controversia, con algunas críticas enfocadas en su apariencia severa y a veces deshumanizada, también ha sido defendido como una manifestación valiente de la arquitectura, como una disciplina artística y funcional. Su impacto en lo contemporáneo es evidente, con un resurgimiento en la apreciación del estilo por parte de nuevas generaciones de arquitectos y diseñadores.
¿Qué transmite el brutalismo y por qué vuelve?
En el fondo, es un movimiento de honestidad. No hay adornos, ni desorden, ni tapicerías llamativas, ni papeles pintados recargados. Nada está tapado ni pretende ser lo que no es. Si a esto añadimos que la mayor parte del mundo ha nacido y vivido entre los elementos industriales que aprovecha, este enfoque puede resultar extrañamente reconfortante: ‘Hay una pureza y sencillez en él’, dice King, ‘quizá sea el aprecio por las formas artificiosas yuxtapuestas a los materiales en bruto o el deseo de algo que se sienta sólido y arraigado’. El brutalismo honra el proceso de diseño exponiendo su propia construcción, y creo que hay algo fascinante y subversivo en ello’. Resulta, entonces, que el brutalismo no necesita sentirse brutal en absoluto.
Sin dudas el brutalismo, aunque a veces polémico, continúa influyendo en el diseño arquitectónico moderno y sigue siendo una parte fundamental del diálogo sobre la forma, la función y la estética en la construcción.