En la rica paleta de sabores que caracterizan la gastronomía argentina, los pastelitos de membrillo ocupan un lugar de honor. Una receta especial para este mes patrio.
Los pastelitos de membrillo tienen sus raíces en la cocina criolla argentina, influenciada por la inmigración europea, especialmente española e italiana. La combinación de masa hojaldrada y dulce de membrillo es un legado de estas culturas, adaptado al gusto y los ingredientes locales.
Se cree que los pastelitos tuvieron sus orígenes en la provincia de Buenos Aires, donde se comenzaron a elaborar en los conventos durante el período colonial. Con el tiempo, se convirtieron en una presencia habitual en las mesas argentinas durante las celebraciones patrias, como el 25 de mayo y el 9 de julio.
“Los pastelitos dulces con membrillo se hornean mejor a una temperatura moderada”
Tipos y Variaciones de los pastelitos
Aunque la receta básica de estas delicias consiste en una masa hojaldrada rellena de dulce de membrillo, existen variaciones regionales y personales que agregan aún más sabor y textura a esta tentación dulcera.
Pastelitos de batata: En algunas regiones, especialmente en el norte argentino, se preparan pastelitos similares pero con relleno de dulce de batata en lugar de membrillo. Esta variación ofrece un contraste de sabores y una suavidad adicional al paladar.
Pastelitos glaseados: Algunas personas optan por glasear la superficie de los pastelitos con una fina capa de azúcar glas, agregando un toque de dulzura extra y un acabado brillante que los hace aún más tentadores.
Pastelitos rellenos con dulce de leche: Para los amantes del dulce de leche, una variante popular es sustituir el dulce de membrillo por dulce de leche, creando así una versión aún más indulgente de estos pasteles.
La receta tradicional
Ingredientes
- 1/2 kg de harina común
- 2 cucharaditas de polvo para hornear
- Una cucharadita de sal fina
- 150 g de margarina
- Una taza de agua
- 1/2 kg de dulce de membrillo
- Grasa de buena calidad para freír
- Almíbar y grageas de colores
El paso a paso
-Poner la harina, el polvo para hornear y la sal, todo tamizado sobre la mesa formando una corona.
-En el centro colocar 100 g de margarina blanda y el agua; con los dedos ir tomando la masa primero mezclando los ingredientes del centro y luego, poco a poco, agregar la harina.
-Trabajarla con las manos hasta que quede lisa y se despegue fácilmente de la mesa.
-Estirar con el palo de amasar, espolvoreando la mesa con harina y doblar la masa en tres partes.
-Volver a estirarla, untar con el resto de margarina, espolvorear con harina y doblar.
-Repetir esta operación 4 o 5 veces más; finalmente estirarla más gruesa y cortar cuadrados de 8 cm de lado.
-Colocar en el centro de la mitad de los cuadrados un dado de dulce de membrillo, humedecer los bordes de la masa con agua, cubrir con los cuadrados restantes sin que coincidan las puntas y presionar formando el pastelito.
-Freír con grasa caliente y bañándolos permanentemente con una cuchara para que se abran las hojuelas.
-Retirar con espumadera, escurrirlos y sumergirlos en el almíbar caliente.
-Escurrir sobre una rejilla para repostería. Espolvorear con las grageas de colores.
Tips para no perder de vista
- Usá una buena masa hojaldrada: La calidad de la masa es fundamental para unos pastelitos perfectos. Si no tenés tiempo para hacerla desde cero, podés encontrar masa hojaldrada de buena calidad en la sección de congelados de cualquier supermercado.
- Agregá un toque de ralladura de limón: La ralladura de limón fresco en la masa o en el relleno suma un aroma y un sabor cítrico que complementa maravillosamente la dulzura del membrillo.
- Cortá la masa en formas decorativas: Utilizá cortadores de galletas en formas tradicionales como cuadrados o rombos, o dejá volar tu creatividad y probá con formas patrióticas
- Sellá bien los bordes: Para evitar que el relleno se escape durante la cocción, asegurate de sellar bien los bordes de los pastelitos antes de hornearlos.
- Horneá a temperatura moderada: Los pastelitos dulces con membrillo se hornean mejor a una temperatura moderada, para que la masa se cocine uniformemente y se dore de manera dorada y crujiente.