Cada forma de copa de vino está diseñada para ser estética, claro, pero sobre todo para mejorar la experiencia de degustación y resaltar los sabores y aromas únicos de cada vino.
Las copas de vino vienen en formas diversas. Muchas de ellas están diseñadas para realizar las cualidades y características de un vino. Por ejemplo, la copa conocida como Bordeaux es aquella alta con cáliz grande, que contribuye a suavizar los taninos. Resulta ideal para vinos como el Cabernet Sauvignon o el Merlot.
La copa Borgoña es de cáliz y apertura grande. Muchos expertos aseguran que le permite al vino estar en contacto con el aire y que es buena amiga de vinos aromáticos como el Pinot Noir.
Existe también la copa de vino Chardonnay, que como su nombre lo indica va muy bien con este varietal y fue diseñada, básicamente, para conservar el frescor del vino blanco.
Hay copas para varietales blancos como el Sauvignon Blanc o para los vinos rosados. En el primer caso ideada para mantener los aromas florales y la acidez del vino y en el otro, para acentuar la frescura y la vivacidad del rosado.
Las copas de espumante pueden ser de estilo flute, alta y estrecha, o de tulipán, que tiene una apertura en el borde para apreciar mejor los aromas. Hay, además, copas de vino de postre y la famosa copa universal, diseñada para contener a todos los tipos de vino.