Son testigos del paso del tiempo, testimonios de la fe y de la creatividad humana. Las catedrales son, además, joyas arquitectónicas que han sobrevivido a lo largo de los siglos. Sus imponentes vitrales y sus bóvedas vuelven a estas estructuras sagradas lugares de culto que atraen a millones de visitantes cada año.
Exploraremos, entonces, algunas de las catedrales más destacadas del mundo, desde las majestuosas cúpulas de Europa hasta las grandiosas torres de América Latina.
Viaje imaginario
La Catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, España. Es el destino final del famoso Camino de Santiago. Fue construida en el siglo XI y es famosa por su fachada esculpida y su impresionante botafumeiro, un incensario gigante que se balancea desde el techo durante las ceremonias.
La Catedral de San Patricio, situada en la bulliciosa Quinta Avenida de Nueva York, es un símbolo de la comunidad católica de la ciudad. Posee una arquitectura neogótica con imponentes vitrales. Desde su consagración en 1879, ha sido un lugar de culto en medio del bullicio de la urbe.
La Catedral de Santa María del Fiore, en Florencia, Italia, tiene una cúpula diseñada por Filippo Brunelleschi y es una obra maestra del Renacimiento italiano. Construida en el siglo XV, esta catedral es conocida por su fachada de mármol blanco y verde, así como por sus impresionantes frescos y esculturas.
La Catedral de Notre-Dame, en Paris, lleva unas gárgolas icónicas y su arquitectura gótica la vuelve uno de los monumentos más reconocidos de la capital francesa. Fue construida en el siglo XII y ha inspirado a artistas y escritores durante siglos. A pesar del devastador incendio que sufrió en 2019, los esfuerzos de restauración continúan, y la belleza de Notre-Dame sigue cautivando a quienes la visitan.
En Argentina, también hay destacadas catedrales. Córdoba, Tucumán o La Plata son sede de construcciones antiquísimas. Ubicada en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, por caso, la Catedral Metropolitana de Buenos Aires es un monumento emblemático de la ciudad. Su construcción comenzó en el siglo XVI y se extendió a lo largo de varios siglos, lo que resultó en una mezcla de estilos arquitectónicos, incluido el neoclásico en su fachada principal. En su interior, se pueden apreciar obras de arte, esculturas y mausoleos de figuras históricas argentinas, como el de José de San Martín.