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    La Universidad Maza y la Ciudad de Mendoza llevan adelante un proyecto para evaluar el riesgo de fitotoxidad del agua que nutre las especies arbóreas.

    Mendoza es reconocida como una ciudad oasis y se compone de una triada esencial: acequia, árbol y agua. Las tres son dependientes una de otra y cobran vital importancia en el abordaje de cualquier temática ambiental.

    Un trabajo de investigación que se viene desarrollando hace algunos años pudo diagnosticar la presencia de un riesgo de fitotoxicidad de moderado a severo en algunas zonas del arbolado de la capital provincial. Las áreas más críticas fueron el microcentro y aquellas donde se concentra la actividad gastronómica. La reducción de los niveles ocasionada por la pandemia quedó atrás y se busca un mayor control a futuro para reducir la contaminación y permitir el normal crecimiento y sano desarrollo de los árboles.

    El origen del proyecto

    En 2019 su director Marcos Giai presentó su proyecto de tesis de maestría en Gestión Integral de Recursos Hídricos cuyo tema fue la calidad del agua de riego del arbolado público lineal de la Ciudad de Mendoza. En su investigación bibliográfica no encontró ninguna referencia a la calidad de agua de las acequias locales: había algunas muy generales referidas al agua de riego agrícola, de uso recreativos o de potabilización, pero casi nada en materia de riego urbano.

    La finalidad del estudio fue sentar lineamientos de gestión del agua de riego, en particular sobre la calidad del agua. Para ello se diseñó un proyecto de monitoreo para realizar ensayos de calidad fitotóxica con biomarcadores en distintos lugares de muestreo teniendo en cuenta la densidad de sombras de la ciudad. El mismo se aplicó en zonas residenciales y comerciales.

    La finalidad del estudio fue sentar lineamientos de gestión del agua de riego, en particular sobre la calidad del agua.

    Una vez efectuado el procedimiento, se compararon los valores de fitotoxicidad de cada punto de muestreo con el control (agua del Canal Jarillal, que es el afluente que provee el agua de riego de las acequias). Con los resultados obtenidos se elaboró un mapa semaforizado con las áreas de mayor nivel de fitotoxicidad (concentrada en su mayoría en el área del microcentro y en zonas comerciales gastronómicas) y otras con menor o nulo nivel de fitotoxicidad (residenciales).

    “La zona del microcentro tenía valores muy significativos respecto al resto, lo cual estaba asociado a la actividad antrópica concentrada allí”, explicó Giai.

    El impacto de la pandemia

    En abril de 2020, durante la etapa de aislamiento se volvió a muestrear y se encontró una muy marcada disminución de los valores mientras que en septiembre del mismo año, rigiendo el distanciamiento, los valores volvieron a aumentar producto de haber desaparecido algunas restricciones.

    ¿Qué sucede en la actualidad?

    La Municipalidad dispuso de los valores de fitotoxicidad del agua de riego del arbolado público lineal como otro indicador de calidad ambiental. Actualmente se está desarrollando un proceso de información en tiempo real del mapa de riesgo semaforizado, para que los vecinos conozcan el comportamiento de este indicador en ocasión de los muestreos que se realizarán.

    “Se prevé, en un futuro mediato, continuar con este monitoreo bimestralmente, focalizado en el área más afectada y en la zona gastronómica de la ciudad.También buscaremos monitorear los posibles contaminantes que infieren en la fitotoxicidad y calidad del agua durante 2022, sumando más variables que influyen en la calidad del agua de riego” detalló Giai quien se encuentra acompañado de los investigadores Gerardo Graña y Beatriz Damiani.

    El rol de la comunidad

    Todo esto se vincula al tema del cambio climático y a cómo va a afectar esto en el futuro a nuestra ciudad oasis. Por ello las políticas públicas le están dando una participación al vecino, que se muestra muy activo y comprometido, realizando solicitudes de poda, la remoción de residuos o la limpieza de acequias. Esto conforma una retroalimentación importante. Las personas cuidan sus árboles porque les dan abrigo a sus viviendas, les ayudan a controlar su temperatura y porque saben que son muy importantes para la vida.

    “Yo creo que todas estas medidas proambientales redundarán positivamente en la triada acequia-árbol-agua, generando un ambiente y una ciudad sustentable”, cerró el investigador.

    Universidad Maza

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