More

    Te contamos un estudio de especialistas mendocinas del CONICET, para la creación de refugios climáticos urbanos en nuestra provincia.

    En el verano, las altas temperaturas dificultan que nuestros ambientes sean confortables y frescos para su disfrute. Por lo cual, es imprescindible que nuestras ciudades incorporen soluciones y espacios que mitiguen el efecto de las olas de calor.

    Las ciudades en las que habitamos están experimentando un aumento progresivo de las temperaturas. Como resultado, los fenómenos climáticos extremos, conocidos como olas de calor, se incrementan tanto en frecuencia como en magnitud. En este contexto, se estima que la población urbana expuesta a temperaturas superiores a los 35°C durante el verano podría aumentar hasta en un 800% para mediados de este siglo. Las olas de calor, en sus formas más extremas, pueden generar efectos adversos sobre la salud de la población y ocasionar impactos socioeconómicos negativos, como la pérdida de capacidad laboral y la disminución de la productividad. La Organización Mundial de la Salud ha calculado que, en los últimos 50 años, las olas de calor han causado alrededor de 150.000 muertes en Europa, identificando a las personas mayores, niños, trabajadores al aire libre y personas con enfermedades crónicas como los grupos más vulnerables.

    Es imprescindible que nuestras ciudades incorporen soluciones y espacios que mitiguen el efecto de las olas de calor.

    Las ciudades son el escenario clave para abordar estos desafíos, a través de intervenciones efectivas que pueden tener un impacto acumulativo en el desarrollo sostenible tanto de las personas como del entorno construido. La urbanización, aunque ofrece grandes oportunidades, también puede intensificar muchos de los problemas que se busca resolver si no se planifica y gestiona de manera adecuada. En este sentido, la presencia de desigualdades relacionadas con el calor resalta la necesidad de que las ciudades inviertan en infraestructura y soluciones que protejan a las poblaciones, especialmente aquellas que, debido a su edad, salud, y otros factores, son las más afectadas por las condiciones climáticas extremas.

    Las intervenciones urbanísticas para mitigar el calor pueden incluir desde la optimización de la planificación urbana y la forma del entorno construido, hasta el aumento y la mejora de los espacios verdes. Aunque algunas de estas intervenciones pueden requerir cambios normativos y suponer altos costos iniciales, muchas ofrecen soluciones rápidas para mejorar la resiliencia urbana al calor. Además, estas medidas aportan otro tipo de beneficios, como el fomento de la cohesión social y la interacción entre diferentes grupos etarios.

    Los espacios públicos en las ciudades desempeñan un papel crucial en la salud y el bienestar de las comunidades. Actualmente, existen diversas iniciativas para crear espacios urbanos que mitiguen los efectos adversos de los fenómenos de calor extremo. Los refugios climáticos son una de estas iniciativas, ofreciendo un espacio que garantiza condiciones térmicas adecuadas para proteger a las personas de temperaturas extremas. Éstos forman parte de una categoría más amplia de infraestructuras urbanas, que comprenden redes, sistemas y espacios que brindan servicios esenciales para la protección, seguridad y bienestar de la población. Estas infraestructuras impactan sobre las condiciones ambientales, la salud pública y la vulnerabilidad de la comunidad, especialmente en niños y personas mayores. Estos grupos dependen de la disponibilidad de espacios que proporcionen confort térmico y, al mismo tiempo, fomenten el bienestar físico y emocional.

    El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explica en su página oficial que una ola de calor ocurre cuando las temperaturas mínimas y máximas superan los umbrales establecidos, al menos tres días consecutivos. En el caso de Mendoza, la situación de ocurrencia de olas de calor no difiere de la de otras ciudades del mundo. Durante este último verano, el Servicio Meteorológico Nacional emitió numerosas alertas de nivel rojo, para diversas localidades: Las Heras, La Paz, Lavalle, San Martín y Santa Rosa. Mientras que, para Valle De Uco, Luján, Gran Mendoza, Junín y Rivadavia se emitió alertas amarillas. Estas condiciones se ven agravadas por la creciente probabilidad de fallas en la red eléctrica que coinciden con las olas de calor, exponiendo a grandes sectores de la población a un estrés térmico severo, tanto en el exterior como en el interior. Además, en Mendoza, el 39% de la población representa los dos grupos más vulnerables por edad.

    Ante este contexto, las investigadoras Angélica Ruiz, Belén Sosa y Ana Laura Castillo pertenecientes a la línea de investigación “Urbanismo Sostenible” dirigida por la investigadora superior Dra. Erica Correa, dependiente del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE) – CONICET han comenzado a trabajar en el tema. En particular, se encuentran realizando un relevamiento de áreas con potencial a ser intervenidas con la aplicación de diferentes refugios climáticos para así lograr una red efectiva de los mismos en el territorio de Mendoza. Esto representa una oportunidad para fomentar la salud y la interacción social de las comunidades locales ante el calor.

    En el caso de Mendoza, la situación de ocurrencia de olas de calor no difiere de la de otras ciudades del mundo.

    A medida que estos episodios se intensifican, las ciudades de todo el mundo reconocen la necesidad urgente de crear refugios climáticos. En muchos casos, no se trata de construir nuevas infraestructuras, sino de repensar y adaptar espacios preexistentes —como bibliotecas, museos y otros edificios públicos— para que también funcionen como refugios térmicos. Una red eficaz de refugios climáticos debe centrarse especialmente en las áreas donde reside la población más vulnerable (por edad, salud o situación socioeconómica), asegurando que estos refugios no caigan en prácticas de “climate washing”. Es importante considerar que los refugios no sólo deben estar pensados para los residentes permanentes, sino también para los visitantes y turistas, especialmente durante los meses más calurosos. Este tipo de espacios serán cada vez más necesarios, por lo que su distribución, accesibilidad y adecuación cultural representan factores claves para reducir el estrés térmico en la población.

    Las ciudades hoy nos desafían a repensar nuevas formas de vida en común e interacción que contribuyan a ser más resilientes. Esto permitirá adaptarnos a los eventos de calor extremo, además de corregir inequidades sociales, urbanas y territoriales. Lograr que las ciudades sean resilientes constituye una respuesta necesaria y lógica para promover el bienestar de los residentes, en pos de mantener ciudades prósperas.

    Autoras:

    Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía. CONICET Mendoza

    Las más leidas

    Refugios climáticos urbanos para protegerse de las altas temperaturas

    Compartir esta nota:

    Últimas noticias

    Quiénes son los enólogos mendocinos elegidos por la Guía Descorchados

    Pablo Cúneo, de Bodega Luigi Bosca, fue elegido "Enólogo del año", mientras que Leandro Velázquez, de Solito Va...

    Para bodegas: se lanza la edición 2025 del estudio de perspectiva de género en el sector

    Desde su lanzamiento, el estudio tiene el objetivo de obtener un diagnóstico de la realidad laboral de mujeres...

    Armentano lanza la venta de Coirones de Mayo, un complejo que cautiva

    Ubicado en pleno corazón de Maipú y con la intención de brindar a inversores una solución llave en...

    Merluza a la gallega un manjar con sabor a tradición

    Descubrí el origen de este plato emblemático de merluza a la gallega, sus ingredientes esenciales y los secretos...
    Advertisment ad adsense adlogger