El estilo gótico ha dejado un legado perdurable en la historia del arte y la arquitectura occidental. Aquí te mostramos lo más representativo de esta corriente.
El estilo gótico no solo se limitaba a la arquitectura, sino que también influyó en otras formas de arte, como la escultura y la pintura. Las figuras esbeltas y elegantes, típicas del gótico, se reflejaban en las obras de artistas como Giotto y Donatello, contribuyendo así a la creación de un estilo artístico unificado en toda Europa.
La decoración también jugaba un papel fundamental en este estilo. Los portales de las catedrales estaban adornados con esculturas que representaban escenas bíblicas y figuras de santos, mientras que en el interior se encontraban pinturas murales y retablos ricamente decorados.
La ornamentación también se extendía a los castillos y palacios, donde se podían encontrar detalles intrincados en las ventanas, puertas y torres. Otro elemento distintivo es el arbotante, un contrafuerte exterior que transmitía el peso de las bóvedas y las paredes laterales hacia el suelo, permitiendo abrir grandes ventanales en los muros y llenar los interiores de luz. Estas ventanas, conocidas como vidrieras, son una de las características más reconocibles del gótico, con sus intrincados diseños y colores vibrantes.

Una de las características más destacadas del estilo gótico es el uso de los arcos apuntados, que permitían construir estructuras más altas y esbeltas en comparación con los arcos redondos románicos. Esto dio lugar a iglesias y catedrales con altas y elegantes bóvedas, que parecían elevarse hacia el cielo.
El estilo gótico es una de las manifestaciones más emblemáticas y fascinantes de la arquitectura medieval europea. Surgió en Francia a fines del siglo XII y se extendió por todo el continente durante los siguientes tres siglos. Caracterizado por sus imponentes catedrales, castillos y edificios públicos, el estilo gótico se distingue por una serie de elementos arquitectónicos y decorativos únicos.