Un jardín de terapia restaurativa es un oasis de paz en medio del caos de la rutina. Te contamos cómo crear el tuyo para que puedas relajar y descargar la tensión.
Imagina un día particularmente agotador. El trabajo te ha consumido, las responsabilidades te abruman y solo deseas un momento de paz. Yo no he tenido que imaginarlo, es la forma en la que me sentía hace unos días al regresar de trabajar en lugares “desafiantes” dentro del ámbito educativo.
Al llegar a casa, me sentía fuera de mí mismo, con un deseo profundo de encontrar un refugio donde nadie me mirara ni me dirigiera la palabra hasta que lograra descargar mi tensión. ¿Te resulta familiar esta sensación?
De cómo un jardín te ayuda a “restaurar ese equilibrio” se trata la nota de este mes. Porque en el ajetreado ritmo de la vida en la ciudad, a menudo nos encontramos buscando un refugio, un espacio donde podamos desconectarnos del estrés y reconectarnos con nosotros mismos.
Los jardines de terapia restaurativa no son solo un lugar para disfrutar de la naturaleza, sino que están diseñados específicamente para promover la salud mental y el bienestar.
Los jardines de terapia restaurativa no son solo un lugar para disfrutar de la naturaleza, sino que están diseñados específicamente para promover la salud mental y el bienestar.
Tienen un diseño minimalista, inspirado en los jardines zen japoneses, donde la simplicidad reina. Arena blanca rastrillada en patrones geométricos, piedras cuidadosamente colocadas y un árbol bonsái añejo nos invitan a la meditación profunda. La ausencia de adornos excesivos nos permite enfocarnos en el presente, en la respiración, en el sonido del viento susurrando entre las hojas. En este ambiente minimalista, la mente se aquieta, los pensamientos se calman y la paz interior se abre paso.
Si preferís una experiencia más bohemia, la que yo elijo, los jardines de terapia restaurativa también pueden ser un refugio de aromas y colores. Flores fragantes como la lavanda, la menta y la rosa liberan un perfume calmante que invade los sentidos. Caminos serpenteantes nos conducen a rincones secretos, donde bancos de madera nos invitan a la lectura o a la contemplación. La combinación de la naturaleza y la tranquilidad del ambiente crea un espacio perfecto para la reflexión personal y la renovación espiritual.
La clave de su éxito radica en la creación de una atmósfera que invite a la relajación. El uso de elementos naturales como piedras, agua y plantas, junto con la ausencia de elementos que puedan distraer la atención, permite que la mente se calme y se centre en el presente.
En un jardín de terapia restaurativa, podemos encontrar un espacio para:
- Meditar: Sentarse en silencio, observando la naturaleza y concentrándose en la respiración, puede ser una herramienta poderosa para reducir el estrés y la ansiedad.
- Reflexionar: La tranquilidad del entorno invita a la introspección, permitiéndonos analizar nuestros pensamientos y emociones de manera más profunda.
- Leer: Un buen libro puede transportarnos a otro mundo, alejándonos del estrés cotidiano y proporcionándonos un momento de paz y disfrute.
Un jardín con estas características se convierte en un espacio donde podemos reavivar nuestro espíritu, conectarnos con la naturaleza y encontrar el equilibrio que tanto necesitamos en nuestras vidas.
Tienen un diseño minimalista, inspirado en los jardines zen japoneses, donde la simplicidad reina.
Si en un momento descubrís que necesitás de un jardín de terapia restaurativa y el tuyo no reúne los requisitos. Dirigite a un parque en el que al entrar, te envuelva una sensación de calma. El sonido del agua fluyendo, el canto de los pájaros y la brisa fresca acariciando tu rostro te invite a dejar atrás las preocupaciones.
Encontrá un lugar tranquilo bajo la sombra de un árbol y sentate, cerrando los ojos. La tensión muscular comenzará a disiparse mientras inhalás profundamente el aire fresco y exhalás lentamente. Tus pensamientos se calman, se aclaran.
Te sentís presente, en paz contigo mismo y con el mundo que te rodea.
Lo ideal es que te regalés un jardín restaurativo, porque es un bien invaluable para el bienestar físico y mental. Estos oasis de paz nos invitan a abrazar la tranquilidad y a redescubrir la belleza simple de la vida.