La remodelación de esta exquisita bodega implicó amalgamar espacios de otras décadas, con nuevos desafíos. Un paisajismo xerófilo coronó la excelencia. Recorramos juntos la obra de SinFin.

No importa cuántas veces se la visite, llegar a Bodega SinFin golpea los sentidos  con su aire de familia, espacios pensados interconectados, pero a la vez con la independencia suficiente para el disfrute. Su alma máter, Carlos Caselles fue hace un tiempo quien convocó a los arquitectos Antonio Caliz y Daniel Binci para el diseño de remodelación de la bodega que acababa de comprar. Visionario como pocos, su legado quedó para las nuevas generaciones, con una Bodega Sin Fin, de espíritu evocador, moderno y familiar.

Rescate y remodelación de Sin Fin

Según precisó el arquitecto Antonio Caliz “nos encontramos con una serie de áreas de distintos estilos, años de construcción y estados constructivos. Entonces se relevó el estado estructural para definir lo que podría quedar definitivo”.

Una apuesta en la que se rescataron: un edificio central con piletas de hormigón para fermentación y guarda (construido en la década del 30, con cubierta de madera y caña), dos galpones con estructuras parabólicas (de la década del 60), un espacio de lagares y vendimia vetusto y un edificio administrativo, muy chico y con materiales muy desgastados también de los 60’.

“Hay una comunión entre estilos ya que el edificio antiguo se restauró, quedando en formas colores y texturas como fue creado, tanto con paredes y cubiertas originales”.

El proyecto

Primero se definió la funcionalidad básica, para la elaboración de vinos de alta gama, “se diseñó un nuevo sector de vendimia, haciendo más fácil el acceso de camiones, con lagares y maquinarias de última generación y una cubierta nueva y acorde. Además se proyectó la remodelación de las áreas de servicio y mantenimiento. Uno de los galpones existentes se cerró, refaccionó y adaptó para la colocación de tanques de vinificación de acero inoxidable y se restauraron también las piletas de hormigón, modernizando tapas, accesorios y sistemas”, detalló el profesional.

En donde originalmente existían los lagares y galpones de depósitos y parte de las piletas  sin uso en el subsuelo, se planteó el desarrollo de los espacios sociales y de turismo. Mientras que en planta baja se pensó en un salón de eventos dividido en dos niveles, uno con servicios de baños y cocina, y otro en el subsuelo. “El mismo cuenta con un especial espacio de distribución que conecta la barra de degustación turística, la de degustación técnica, la cava privada, la sala especial para eventos y un rincón vidriado con vista a la cava de barricas”, detalló Caliz.

El edificio administrativo de Sin Fin

El  original se desmanteló, restructuró y rediseñó agregando una planta superior. Mientras que en planta baja se desarrollaron todas las áreas de acceso, administración, oficina enológica y laboratorio, en la alta conviven oficinas gerenciales, presidencia y sala de reuniones, con vistas vidriadas a todo el predio.

Amalgamas perfectas

En el sector posterior del terreno se realizó un espacio social más íntimo. Se trata de una sala de eventos, (quincho) con un pequeño viñedo con muestras de cada uno de los varietales usados en la vinificación.

Hay una comunión entre estilos ya que el edificio antiguo se restauró, quedando en formas colores y texturas como fue creado, tanto con paredes y cubiertas originales. “Esto marcó una tendencia a seguir. Los demás edificios adyacentes, que eran eclécticos, los ambientamos con una arquitectura contemporánea, con toques en colores, tramas y elementos metálicos inspirados en la arquitectura de las décadas del 30 y 40. Se incorporó además un gran espejo de agua, terrazas cubiertas, ascensor y escalera con diseños de toque industrial de los años de referencia”, concluyó el profesional.

Paisajismo que abraza y conecta

De la mano y con la premiada labor de la arquitecta- paisajista Elina Llaver, los jardines de Bodega SinFin fueron según sus palabras  “todo un desafío ya que el terreno donde está ubicada la bodega se encuentra entre medianeras, y en un terreno semi-urbano. A diferencia de muchas otras bodegas emplazadas en espacios abiertos, con hermosas vistas hacia la montaña, había que encontrar otro núcleo de vistas y propuestas que acompañaran”.

Por lo tanto la principal premisa fue crear un interés hacia dentro del predio. El principal requerimiento de Carlos Caselles, fue que existiera un espacio abierto para ocupar en ciertas ocasiones para eventos. 

“Si bien en esa época se conocía muy poco el xeriscape, jardines con especies con muy poco requerimiento hídrico, se apostó  al desafío”. 

“Debíamos solucionar el tema de la circulación, ya que solo existía una: para acceso a la bodega, sector administrativo y operativo. Además lograr comunicar todos los edificios con una circulación peatonal, sin seccionar demasiado el espacio. Así surgió la idea de crear un recorrido, que a la vez  vinculara todo de forma periférica”.

Si bien en esa época se conocía muy poco el xeriscape (jardines con especies con muy poco requerimiento hídrico), la paisajista apostó al desafío y propuso realizarlo de ese modo. 

“El momento de la plantación fue preocupante, se veían apenas plantines muy pequeños, pero al poco tiempo todo se desarrolló de maravillas. La respuesta fue casi inmediata, ante el asombro de Carlos y mía también”, detalló Llaver. 

Las especies

Todas las especies utilizadas son perennes, no tienen decaimiento invernal, por lo que el paisaje  mantiene  su belleza inmortal en todas las estaciones. Se mezclan gramíneas con herbáceas, arbustos y rastreras todo con diferentes texturas, colores y formas. Una oda a la flora “xeriscape” que vincula senderos que conectan, y abrazan cada área de la bodega.

La bodega cuenta con un espacio de arte que se puede visitar, además de los programas de degustación. También se puede contratar para eventos corporativos y sociales. Para mayor información: reservas@bodegasinfin.com o a través de www.bodegasinfin.com / FB BodegaSinFin  / IG bodegasinfin