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    Aunque no lo creas tener un espacio dónde cultivar te da salud física y emocional. ¡Enterate más!

    a sea en el patio trasero o en el balcón, cultivar tus propios alimentos es un excelente ahorro energético y también contribuye a crear entornos más sostenibles.

    Este momento que estamos viviendo pone a prueba todos nuestros hábitos.  Nos hemos alejando de lo natural y de los alimentos sanos, por eso mismo te queremos contar cómo es que tener tu propia huerta genera beneficios en tu vida y salud.

    ¡Aún estamos a tiempo de cambiar hábitos por otros más saludables!

    Los huertos son una alternativa ecológica contra los males de la agricultura moderna. Con un balcón basta para comenzar con tu propio vergel. Este pequeño espacio natural en un verdadero regreso a la naturaleza y el principal pilar de la sostenibilidad social.

    En él se pueden cultivar desde aromáticas hasta las hortalizas que más te gusten, permitiendo así alimentarse con productos más naturales y hechos en tu propia casa.

    Para montar una huerta podés utilizar mesas de cultivo (para los tomates, pimientos) o estanterías, para plantar lechugas, oréganos. Se trata de volver al milenario arte del cultivo de la tierra y hacerlo de manera sostenible. Desde un pequeño balcón a una extensión más grande como una terraza es posible encontrar una solución que facilite el proceso.

    Con diseño lo hacemos fácil y accesible, pero además es la opción más saludable ya que en pequeños huertos, a diferencia de las grandes extensiones de tierra, las necesidades de pesticidas son casi nulas.

    Y no olvidemos el factor decorativo de las plantas comestibles. ¿Te imaginas que los jardines fueran productivos? No sería tan extraño si pensamos que el tomate o el calabacín, en un origen, eran plantas ornamentales hasta que con el tiempo acabaron siendo explotadas como alimentos y apartadas de la vista de todos.

    Contra el cambio climático

    Cultivar en las ciudades puede reducir la huella de carbono más que dejar de utilizar el coche o limitar el consumo de electricidad en el hogar. En primer lugar, porque al acercar la producción de alimentos a su lugar de consumo se evitan las larguísimas distancias que recorren la mayoría de los vegetales antes de llegar a la tienda y a nuestras casas.

    Por otro lado, los huertos pueden actuar como sumideros para los residuos orgánicos domésticos, los mayores emisores de CO2 de la bolsa de basura. El compostaje in situ de la fracción orgánica de los residuos es asimilado por la tierra como abono natural que reduce residuos y, a la vez, evita el consumo de químicos.

    En este sentido, los restos no aprovechables de las plantas también podrían reintroducirse en el ciclo biológico de la manera más ecológica. Y si contabilizamos la riqueza cultural y el impacto indirecto positivo que implica que los ciudadanos estemos cerca del nacimiento y maduración de lo que comemos, el beneficio podría ser incalculable.

    Una práctica muy beneficiosa

    Para la obtención de alimentos ecológicos y km 0, para la regeneración de suelos, para el aprovechamiento y aislamiento de cubiertas, con fines educativos, como jardín o simplemente como ocio, los huertos urbanos son un objeto de deseo para toda ciudad sostenible que se precie.

    El campo es duro, eso es indudable, pero cultivar lo que comes es un placer al que pocos querrán renunciar una vez lo hayan probado. Si bien para aliviar las pesadas cargas de los agricultores tradicionales se añadieron máquinas y químicos al campo haciendo que la agroalimentaria sea una de las actividades más nocivas para el medio y para la salud, el autocultivo es la alternativa ecológica en la actualidad.

    Y saludable, no solo por estar libre de pesticidas. Para los agricultores urbanos, la atención del huerto reporta beneficios similares al yoga con una mezcla de ejercicio y meditación junto a una conexión pura e íntima con los sistemas de crecimiento naturales y la complejidad de la vida.

    Factor de sostenibilidad

    Se habla mucho del autoconsumo energético, pero no tanto del alimentario como estrategia hacia la sostenibilidad de nuestra sociedad. Producir los propios alimentos de manera integrada en la ciudad implica cambios arquitectónicos y logísticos muy interesantes, en los que centros de investigación como el ICTA de la Universidad Autónoma de Barcelona son pioneros. En su edificio puede atisbarse un futuro en el que las azoteas de los edificios se convertirán en centros de producción alimentaria para las personas que los utilizan.

    El concepto es muy simple: si para construir el edificio hemos dejado sin productividad X metros cuadrados de suelo, en la cubierta esos metros vuelven a estar disponibles. Eso, junto a las técnicas de cultivo hidropónico que hacen viable “agriculturizar” las terrazas para que no sean meros albergues de antenas y puedan convertirse en las despensas más ecológicas de nuestras casas.

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    Fuente www.arquitecturaydiseno.es

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