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    No importa cómo te desplaces, ni tu edad. Nada impedirá que disfrutés de los espacios verdes de tu hogar y de trabajar en ellos, si así lo deseás.

    Prof. Claudio Doratto

    Estuve pensando en el título de la nota un buen rato hasta que llegué al que coloqué y que en algún momento hablé con mi hija cuando la llevaba al colegio. Futura “terapeuta ocupacional”.

    Es probable que leer “jardines inclusivos” genere ruido en tu cabeza. Incluso, que disientas con mi elección de palabras, pero seguro no serás indiferente.

    En esta edición hago referencia al “diseño” del espacio, al paisajismo, que estará orientado a las personas de la tercera edad y con ciertas restricciones en su movilidad física para poner “todo” al alcance de sus manos y su vista.

    Si pensamos en nuestros abuelos y en aquellas personas que por diversas razones utilizan un andador o una silla de rueda para movilizarse, nos daremos cuenta de las limitaciones a las que se enfrentan cuando quieren disfrutar del jardín o trabajar en él.

    No queremos que sean solo espectadores; por eso vamos a situarnos en su lugar y analizar lo que desean hacer en ese espacio que invita a conectarse con la naturaleza o a realizar actividades que pueden contribuir a su recuperación física o psicológica.

    Podremos así definir dos tipos de actividades: contemplación y participación activa.

    Para la primera tendremos que asegurarnos de generar recorridos que atraviesen distintas áreas del jardín. Sectores con sol, sombra, abiertos a áreas con césped, rodeado de plantas y más. Y para que puedan realizar actividades, será indispensable construir canteros elevados y mesas de trabajo, por ejemplo.

    ¿Qué características generales debemos tener en cuenta?

    Terreno: Lo ideal es un jardín con ausencia de pendientes porque pueden limitar el libre desplazamiento. Desniveles importantes pueden ser transformados en canteros elevados tipo terrazas.

    Si se diseñan bien los sectores de tránsito podría haber lomadas suaves que enriquezcan las vistas, pero no necesariamente serán destinadas a tareas de jardinería por parte de los usuarios.

    Senderos: Aquí estamos sobre uno de los puntos más importantes. Deben ser anchos y planos, sin elementos que puedan propiciar tropiezos. Hay que pensar que con los años elevamos cada vez menos nuestros pies al caminar, por lo que, un pequeño escalón puede ser una trampa en potencia. Es importante también que sean firmes (hormigón, baldosas, madera, etc.) para facilitar el tránsito de las sillas de rueda y dé soporte a los andadores.

    Áreas de trabajo: Podemos diferenciar varios tipos.

    Canteros: Estos lugares serán confeccionados elevados, posibilitarán trabajar con las plantas de jardín o huerta ya sea parados a su alrededor o sentados sobre sus bordes. El ancho de éstos rondará el 1,20 metros para que se pueda acceder a toda la superficie, o definir una franja de no más de 0,6 metros en su contorno para poder intervenir.

    Mesas de trabajo

    Se dispondrán en lugares con sombra y podrán destinarse a la producción de plantas o en lugares soleados para armar una pequeña huerta. Por sus características permiten el trabajo de aquellas personas en sillas de ruedas o que no pueden pasar mucho tiempo de pie.

    Huertas

    Si bien es importante que estén elevadas, hay personas que no poseen dificultades de motrices y pueden tomar herramientas de labranza y sembrar sus propias verduras.

    Por años he observado como Sor Pilar, una religiosa de 90 años, trabaja la huerta del Monasterio Nuestra Señora del Rosario y provee de habas, tomate, acelga y más a su cocina.

    Áreas de contemplación y esparcimiento

    Lugares con sombra y rodeado de plantas generan esos espacios que brindan privacidad, un lugar para la lectura y meditación. Un sector para el esparcimiento y el diálogo.

    En estos rincones podemos incorporar elementos decorativos que, además, aporten un efecto sonoro y visual. Tal sería el caso de los carrillones, fuentes de agua o cascadas.

    Si las dimensiones del jardín lo permiten, la incorporación de un estanque con peces de colores que puedan ser alimentados por los abuelos brindará más razones para que se sientan útiles.

    Qué debemos tener presente en estos jardines?

    Si bien los usuarios tienen una activa participación en la evolución y mantenimiento de algunos de los espacios, se debe contar con personal especializado para otras tareas como el segado del césped y las podas.

    Las plantas deben estar en excelentes condiciones, por lo que se las debe controlar y cuidar con productos inocuos para las personas, idealmente del tipo orgánico y de escaso poder residual.

    Ya conocés los principios básicos para adaptar las áreas verdes y acercar la naturaleza a los abuelos, ahora te toca dar el primer paso en la transformación de tu hogar.

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