Se trata de una propuesta mendocina que busca vestir con estilo, pero tomando consciencia sobre lo que se consume y las formas de hacerlo.
Por Analía de la Llana
Moda consciente una mirada superadora. Realizar un producto con mirada consciente se vincula a optimizar los recursos y todo su proceso creativo desde el momento cero de su elaboración. Pero ¿qué implica puntualmente hacer moda consciente?
“Consciente” apela a realizar un proceso creativo acompañado por un estado de consciencia en la toma de decisiones; por ejemplo, al momento de seleccionar insumos se consideran los impactos que genera su uso. En el caso de la moda, al definir la moldería se busca minimizar los descartes, y en el caso de que existan, se desarrollan nuevos productos a partir de ellos. Además, a la hora de elegir las personas con quienes se trabaja se da prioridad a creativos y profesionales locales, velando por condiciones de trabajo dignas. En Mendoza, uno de los emprendimientos alineados con este concepto es el que llevan adelante las diseñadoras Graciela y Marcela Sottile, “a nosotras nos gusta hablar de diseño consciente y atemporal, porque si bien seguimos tendencias, nuestras creaciones pueden usarse hoy, mañana o en 10 años y seguirán estando vigentes”.
Una modalidad ligada sin dudas al respeto por el medio ambiente, las condiciones laborales y humanas, así como también al talento local, en donde sin dejar la tendencia de lado, todo se piensa y se pone en marcha con un vuelo diferente. Sin embargo, se suele caer en el lugar común de pensar que moda consciente y sustentable son lo mismo, cuando en realidad no lo son.
La moda sustentable es aquella que busca atender demandas presentes, sin perjudicar o comprometer el consumo futuro, la sostenibilidad del planeta y los impactos sociales. Por su lado la moda consciente busca desarrollar un grado de atención en las personas acerca de los impactos positivos y negativos que generan sus decisiones de compra. “Con nuestros diseños de moda queremos invitar a las personas a reflexionar qué impactos validan y cuáles no, desde su propia consciencia”, argumentan las hermanas.
“La moda consciente busca que las personas se vinculen con el producto desde una valoración por lo artístico, diferente, único y lúdico; quitando importancia al aspecto de la moda que se relaciona con una necesidad impuesta de status o pertenencia social. El consumo visto en este sentido invita a consumir menos cantidad, pero de mayor valor agregado, pagando así el valor real y justo de los recursos utilizados”, detalló Graciela.
“Nos gusta hablar de diseño consciente y atemporal, porque si bien seguimos tendencias, nuestras creaciones pueden usarse hoy, mañana o en 10 años y seguirán estando vigentes”.
Un proceso laborioso
Para que el lector pueda tener en mente una idea de lo que implica el proceso de creación bajo este concepto, “el trabajo comienza con la experimentación de distintos materiales para obtener diversidad de texturas y colores. Luego decidimos qué productos se pueden desarrollar a partir del material elegido, armamos una moldería que optimice su uso, y de los sobrantes de la confección realizamos nuevos productos hasta lograr llegar al concepto de residuo cero”.
¿Qué prendas pueden trabajarse?
En nuestro diseño hay mucho de juego y experimentación ya que nos interesa descubrir y desarrollar productos diferentes, nos gustan las estampas únicas y los colores vibrantes. Lo novedoso de la temporada es que incursionamos en el desarrollo de complementos de diseño como por ejemplo carteras, billeteras, cinturones y otros.
¿Tienen los consumidores más conocimiento de las implicancias de prendas y procesos tan valiosos?
Fomentamos esta valoración propia e interna que es vocacional y da sentido a nuestro trabajo. Respecto al consumidor, pensamos que aún hay mucho por hacer para que la conciencia siga despertando en relación a estos temas, lo alentador es que la tendencia es mundial y avanza en este sentido.
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