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    Las vacaciones quedan atrás y es tiempo de planificar el inicio del nuevo año lectivo. ¿Cómo lograrlo de la manera más adecuada posible?

    Por Zulema Usach

    Cuando el calendario marca que las vacaciones están llegando a su fin para dar inicio a un nuevo año de desafíos y metas por cumplir, las familias comienzan a prepararse para el regreso a la escuela de los más pequeños de la casa. Algunos padres, más precavidos ya empezaron a organizar las listas de útiles, mobiliario, accesorios y uniformes necesarios para sus hijos, mientras que otros esperarán a percibir el próximo cobro del sueldo para tener todo a punto antes de que llegue el 6 de marzo.

    Es que el retorno a las clases, para la mayoría de los mendocinos, no es una etapa sencilla. De hecho, cuando el relax ya es tema del pasado –aunque hace un mes los horarios parecían extenderse entre jornadas llenas de descanso y recreación- los preparativos se consuman entre listas de libros, cuadernos y carpetas. Y casi al mismo ritmo, el ánimo de los niños y niñas del hogar varía entre la

    ansiedad por reencontrarse con sus compañeros/as de curso, iniciar una nueva etapa de aprendizajes, conocer a la nueva “seño” y asumir nuevas responsabilidades.

    En medio de esta “transición” que marca el nuevo camino a la escuela para grandes y niños, lo fundamental, aconsejan quienes trabajan con niños y niñas, es respetar el “paso a paso” del proceso, organizarse una pequeña agenda de actividades y por, sobre todo, hablar con los/as hijos/as y estar al tanto de sus miedos, expectativas e inquietudes, de manera que sea posible, brindarles apoyo, acompañamiento y seguridad.

    La psicóloga infantil Verónica García comparte en este sentido que para lograr que el cambio de escenario (del club o la casa a la escuela) y horarios se logre de la manera más tranquila posible para todos los integrantes de la familia, es importante “recapitular con los niños las vacaciones, como una instancia de descanso, en la cual se vivieron cosas distintas a las que esperan durante el año escolar”.

    En este sentido, la especialista detalla que en realidad no existe una “receta” para este período de transición, sino que el secreto puede residir, por ejemplo, en “poder ir dialogando con los hijos, a medida que se acerca el nuevo comienzo del año lectivo.

    Para padres y madres, que ya empiezan a mirar con algo de extrañeza aquellos días con los pies en el mar y el cuerpo tirado en la arena, el cambio también implica una recarga extra de energías. Un aspecto que puede colaborar a favor de tomar la transición con naturalidad –y así poder transmitirla a los hijos/as- tiene que ver con la oportunidad para iniciar los preparativos escolares. De algún modo u otro, explica García, el hecho de que ellos/as vayan percibiendo cambios en la dinámica familiar es una forma de introducirlos en su nueva etapa escolar. Es que, si bien cada familia tiene una modalidad en relación a los preparativos escolares, no hay que olvidar que el niño/a toma esto también en su repertorio de herramientas en relación a su desempeño escolar. Por eso, justamente, en la medida en que sea posible es importante no esperar a último momento para hacer todo, ya que estas situaciones terminan repercutiendo en los más pequeños del hogar debido a las situaciones de estrés que trae aparejado tanto para los adultos de la familia como para ellos. “Una herramienta, por ejemplo, es ir repasando con ellos la lista de útiles necesarios para que puedan ir armando –por ejemplo- su cartuchera o su mochila, de manera que tomen un papel activo en el nuevo inicio”, aclara la psicóloga infantil.

    El ingreso a la salita, un proceso complejo pero necesario.

    Que la estimulación temprana en materia de aprendizaje es una de las claves que marcarán de manera positiva el desarrollo posterior de los más pequeños, es una realidad casi indiscutida a la hora de abordar las formas de colaborar a que los niños y niñas logren un desarrollo académico exitoso.

    En esta etapa, aseguran los especialisespecialistas en pedagogía y primera infancia, es fundamental que, sumado a los servicios de cuidado y acompañamiento dentro de las aulas, los más pequeños logren incorporar herramientas de socialización, límites y hábitos en los que las maestras tendrán un papel fundamental.

    En este devenir de cambios hacia el retorno al colegio, miles de familias mendocinas ya tienen decidido el jardincito al que enviarán a sus bebés y niños/as mientras cumplen con sus responsabilidades laborales. Muchos se preguntan, por ejemplo, si el llamado “período de adaptación” es conveniente o no y cómo es mejor concretarlo.

    En ese sentido, Verónica García también aporta su mirada en base a la experiencia lograda en su trabajo con niños y niñas. Explica la profesional que, si se trata de una sala de dos o tres años, en realidad, la adaptación a la educación que se recibe por fuera del hogar no finaliza en las dos semanas posteriores al inicio de las clases, sino que para lo más chiquitos debe extenderse a lo largo de todo el año.

    De este modo, tanto la institución a la que se los envíe como los padres y madres son los que deben “acomodarse” a las necesidades del niño o niña y no a la inversa, detalla García. “Pareciera que es el niño el que se tiene que ajustar a la institución, cuando debe ser a la inversa”, opina la especialista y aclara que aun así “existe todo un movimiento de las instituciones para poder incluir a ese niño en cuestiones concretas, como los horarios, las meriendas, el ingreso o el recreo”.

    Por eso, la adaptación a todo ello se efectúa de manera permanente en la primera infancia. Así, es la familia entera y la escuela quienes deben incluir a los más pequeños en el entramado institucional.

    “No esperar a último momento para hacer todo, ya que estas situaciones terminan repercutiendo en los más pequeños del hogar debido al estrés que trae aparejado tanto para los adultos de la familia como para ellos”.

    En ese contexto, es fundamental explicarles a los más chiquitos –si tienen tres años, por ejemplo- que van a ir a clase, que la mamá, el papá o el abuelo o abuela los irán a buscar y que en ese momento ellos podrán aprender nuevas cosas. Ese aspecto, detalla García, es fundamental para generar confianza en los más chiquitos, más allá de si la institución permite o no que los padres estén presentes en el jardín durante los primeros días. “La comunicación con la maestra es muy importante también porque de acuerdo a ello vamos a poder medir cómo es la adaptación con sus compañeros y señorita”, aconseja la psicóloga infantil.

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