Durante el auge de las nuevas vanguardias del arte en el siglo XX, surge el cadáver exquisito, un enigmático juego en el que priman su dinámica y aleatoriedad.
El vino como una hoja en blanco fue la materia de un cadáver exquisito realizado en medio de un viñedo en Mendoza.
En 1925, Robert Desnos, André Bretón y Tristán Tzara, reunidos seguramente en el café Voltaire de Zurich, hastiados de decadencia y hambrientos de nuevas realidades pusieron a prueba uno de los postulados elementales del movimiento: la inclusión del azar en el proceso creativo, fraguando los arrebatos que darían lugar al Dadá, y más tarde al Surrealismo.
Desde entonces el cadáver exquisito ha ido reapareciendo una y otra vez en el desarrollo de las artes. Lejos de ser una práctica exclusiva de artistas o intelectuales, es un hecho artístico que puede ser practicado por cualquiera, en cualquier circunstancia, y siempre, en compañía.
El cadáver exquisito tomará el vino nuevo
Este fue el nombre que se le dio al primer cadáver exquisito realizado por la elite de artistas décadas atrás. Imitando el juego emblemático, pero en un lienzo y, con el afán de unir el arte con el vino debido a la visita de un grupo de norteamericanos a Mendoza, Bodega Casarena se animó a la experiencia inusual de crear un cadáver exquisito en medio del viñedo. Los visitantes eran millenials en busca de vivencias nuevas y únicas que poder compartir con la gente local, la que realiza el trabajo diario, la del compromiso permanente.
– Queríamos romper el hielo con los extranjeros quienes no buscaban un tour clásico, sino una experiencia relevante, donde pudiéramos participar todos sin jerarquías, logrando un trabajo en equipo en donde cada uno aportase lo suyo, desde la individualidad a la pluralidad-. Comentó Valeria Guarnieri, artista visual y diseñadora gráfica quien estuvo a cargo de dirigir el juego.
Los poetas surrealistas arrancaron así, creando juntos sin forzar el resultado. Esta experiencia, según Valeria, -permite sincronizar las energías individuales. Crear algo nuevo, inspirado, distinto que no necesariamente tiene que ser perfecto. Gracias a ella se achica la distancia con el otro desconocido y se genera una vivencia del aquí y ahora porque lo que sucede no se vuelve a repetir-.
Así es como para Leandro Azin, el enólogo, quien no se atrevía porque nunca había pintado el desafío era poder plasmar la pasión que hay adentro de cada uno de los granos de uva de un racimo que había seleccionado especialmente de una hilera del viñedo.
Por su parte, Claudia Piedrahita, team lider de la bodega se sumó aunando esfuerzos, agregando calidad y amor por cada gota de vino servida en las copas mientras cada participante disfrutaba de su personal descubrimiento de la acción de pintar.
LEJOS DE SER UNA PRÁCTICA EXCLUSIVA DE ARTISTAS O INTELECTUALES, EL CADÁVER EXQUISITO PUEDE SER PRACTICADO POR CUALQUIERA, EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA, Y SIEMPRE, EN COMPAÑÍA.
En el entorno natural e inspirador de Lujan de Cuyo se instaló un pequeño atelier para el juego que -renovó la energía, limó los bloqueos y la rigidez que suele generar la distancia entre personas de ambos hemisferios abriendo la puerta a una conexión única y diferente. Se produjo un momento de disfrute genuino-.
Inspirados en la luz del viñedo, la fuerza de la montaña, las raíces del malbec y el aroma de los olivares en medio del terroir de Casarena, nació la etiqueta Cielo Rojo para nombrar una línea exclusiva de vinos de una reconocida cadena de supermercados orgánicos de Estados Unidos. Luego se realizó el blend, en el cual participó desde quien lo elabora hasta quien lo vende y distribuye, vivenciando el ensamble de los diferentes cortes para crear un único vino.