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    En revista ClubHouse analizamos los distintos roles que cumplen las madres, para lograr el equilibrio en el plano social, laboral y familiar.

    Dicen que “madre hay una sola” y aunque eso es cierto, cada mujer encara el rol de diversas formas no sólo en función de sus posibilidades sino también en relación con los momentos de la vida propios y de los hijos. Buscar el equilibrio para estar atentas a los espacios de conexión, disfrutar de los seres amados y minimizar el estrés parecen ser los desafíos de estos tiempos.

    En la mesa de un café, Mariana (43) escucha con atención a Milagros (16). Mientras su hija le describe la situación por la cual rompió con su novio. Ella la observa y, juntas, reflexionan sobre la mejor manera de superar la separación poniendo el foco en el aprendizaje que deja cada experiencia de la vida. El abrazo entre ambas da cuenta de que el vínculo es sólido y sincero. “Te amo hija, sabés que siempre podés contar conmigo”, alivia con la frase la mamá que lleva un camino de aciertos y errores en la crianza de los suyos.

    Vivir la maternidad en tiempos donde lo instantáneo se entremezcla en todos los planos relacionales, no es una tarea sencilla para aquellas mamás que día a día dejan lo mejor de sí por y para sus hijos. Son ellas las que habiendo ganado espacios en el plano social, laboral y profesional, no dudan en buscar el tiempo para estar presentes en sus hogares. Ellas, las que nunca piden nada a cambio y lo dan todo por sus pequeños. Las que pese al cansancio, las tristezas o la soledad, logran calmar cualquier pena con su simple caricia, poco a poco, han aprendido a delegar para encontrarse -cada tanto-, consigo mismas.

    Un paralelismo con el modelo materno filial de décadas pasadas las deja en una posición diferente de aquellas mamás dedicadas full time a las tareas del hogar y la crianza de los hijos. Hoy, ellas se muestran más flexibles, dispuestas a la escucha y despojadas de los prejuicios de antaño, sostenidos en posturas rígidas. Sin embargo, las madres del siglo XXI se encuentran rodeadas de demandas constantes de todo tipo, entre las cuales, las de sus hijos e hijas deberían tener prioridad absoluta.

    Los especialistas en salud mental están al tanto de esta realidad, que se refleja de manera constante en las consultas individuales o de pareja. Es que la sensación de tener que “estar en muchas partes al mismo tiempo” ya es un denominador común de miles, que muchas veces se ven sumidas en cuadros de estrés o sentimientos de culpa y frustración respecto de las respuestas que logran brindar en el marco de la crianza a sus seres más amados: los hijos. Juan Carlos D’ Innocenzo es psicólogo y a lo largo de su trayectoria de más de 40 años ha notado los cambios surgidos en los procesos sociales de las últimas décadas. Asegura, de hecho, que mientras que el rol de la mamá antes era uno, ahora es más bien múltiple porque, además, ellas son muchas veces las únicas proveedoras de la familia.

    Los espacios ganados en los planos sociales, laboral y profesional se combinan con las tareas hogareñas y de crianza. “Se ve a las mujeres que son mamás con muchas necesidades que atender al mismo tiempo. De alguna forma, su realidad se ha complejizado, pese a que ha cambiado el formato de pareja y, poco a poco, los roles son más compartidos”, considera el especialista y detalla que es fundamental que ellas cuenten con la contención y el acompañamiento del grupo familiar. Sobre todo aquellas que no tienen una pareja con la cual compartir la cotidianeidad.

    Además, D’ Innocenzo plantea que -en sintonía con la evolución individual- los hijos no son los mismos a lo largo del tiempo y que, inclusive, serán ellos quienes al atravesar por diferentes etapas, marcarán pulsos distintos en la dinámica familiar. En ese punto, asegura el psicólogo, el aprendizaje materno nunca termina debido a que las necesidades van cambiando en cada etapa.

    Así, se plantean diferencias, por ejemplo, con los hijos/as son muy pequeños (las dependencia es mayor), cuando comienzan la etapa escolar y cuando llegan a la adolescencia. En todos los casos, asegura el profesional, el secreto está en atender a que el tiempo compartido con los hijos e hijas debe ser vivido con buenos momentos, dando prioridad a la calidad y no tanto a la cantidad.

    De allí en más, el propio ritmo familiar marcará el pulso de las necesidades de atención, escucha y acompañamiento que ellos demanden en los diferentes momentos de su vida. El vínculo, así, debe construirse desde el afecto y la confianza, sin desmerecer nunca la importancia que guardan los límites basados en el amor y el respeto.

    Construir la autoridad

    Silvina Anfuso, socióloga dedicada a la temática de género, considera que vivir la maternidad hoy tiene múltiples variantes y matices diferentes a los de antes. Desde su punto de vista, las diferencias en los modelos de crianza no responden sólo a un tema generacional (las madres de antes vs las actuales)  sino a procesos sociales conjuntos. Destaca que, además, las formas de vincularse con otros también son distintas para los niños, niñas y adolescentes de hoy.

    Ya no sólo son en el barrio o la escuela los espacios de socialización. A los sitios donde interactúan, se suma el plano de las redes sociales. “Todo esto, nos lleva a tener que estar atentas para reconocer otros problemas y puntos de diálogo y reflexión con nuestros hijos. La construcción de vínculos sanos es todo un desafío en tiempos de revolución tecnológica y de comunicación”, considera Anfuso y destaca que si bien se ha avanzado en la concientización para instalar en los hogares la corresponsabilidad de las tareas de cuidado, atención y crianza de los hijos –en el caso de quienes cuentan con una pareja- aún queda trabajar mucho en este aspecto para que el mayor peso deje de caer con tanta fuerza sólo sobre las mamás.

    “De lo contrario, se genera un estrés muy grande y las exigencias se vuelven cada vez más sobre las mujeres que buscan resolver diferentes temas al mismo tiempo”, destaca la profesional y da lugar a la autocrítica al señalar que es necesario trabajar en la construcción de una figura de autoridad (y no autoritarismo) para posicionarse frente a los hijos e hijas y marcarle los límites.

    Ella considera que la metodología de negociación permanente que se ha impuesto como un modelo de crianza de los últimos tiempos ha llevado a desdibujar la figura materna como guía y autoridad. Destaca Anfuso que este recurso es típico de una sociedad de consumo donde todo es susceptible de ser negociado. Sin embargo, cuando se trata de crianza, hay aspectos que no tienen esta posibilidad. “Hay que empezar a buscar nuevas formas de legitimar las relaciones y restablecer la autoridad, sin avasallar los derechos de los niños ni pasarlos por alto”, aclara la socióloga.

    Para la psicóloga especializada en infancia, Verónica García, siempre que se busque plantear un límite en el niño o niña, hay que tener en cuenta que esta tarea implica repetición. “Las cosas no siempre salen de una sola vez y a eso los padres tenemos que incorporarlo primero nosotros. Es fundamental tener paciencia, ser claros y darles a los chicos el tiempo que necesitan”, aporta la especialista y reconoce que muchas veces hoy los adultos están más enfocados en sí mismos, que en comprender las necesidades de los hijos. “El niño tiene sus etapas, sus necesidades y sus tiempos. Hay que empezar a dejar de lado el “adultocentrismo” y buscar la conexión son ellos”,reflexiona García.

    Preguntarles cómo les fue en el colegio, acompañarlos en sus tareas, buscar el diálogo y dejar de lado la pantalla del celular son actitudes que aportarán a construir un vínculo más sano, ejemplifica la profesional y aclara que la autoridad debe construirse con firmeza pero siempre desde el cariño y con ejemplos concretos expresados en el propio actuar.

    “Mirarse a una misma por dentro, buscar el equilibrio y atender a los propios sentimientos también serán formas de transmitir a los hijos mayor seguridad”.

    En busca del equillibrio

    Desde su trabajo en la Asociación Accionar, la psicóloga Vilma Jilek contempla que la maternidad en estos tiempos es vivida por miles de mujeres con la culpa de por medio. Dice que este sentimiento se forja en cada etapa del vínculo establecido con los hijos. Parte de esa culpa viene unida a las obligaciones que plantea el mercado laboral debido a la cantidad de tiempo que pasan fuera de casa y con sus hijos al cuidado de otras personas. “Esta sensación de culpa permanente las hace volverse impedidas de ejercer la autoridad y poner límites a sus hijos”, analiza Jilek y recomienda que una manera de alivianar esta carga es logrando que el tiempo que se comparta con los seres más queridos sea lejos de los celulares y más bien, con los oídos, la mirada y el corazón atentos a los hijos. “Compartir momentos de recreación y charlas permitirá un acercamiento genuino. Es la única forma de demostrarles cuánto los amamos y cuánto nos interesan sus inquietudes. Sólo así ellos sabrán reconocernos como una guía en su vida”, aconseja la psicóloga.

    Mirarse a una misma por dentro, buscar el equilibrio y atender a los propios sentimientos también serán formas de transmitir a los hijos mayor seguridad. “Me tengo que preguntar, por ejemplo, ¿cómo estoy emocionalmente?, ¿estoy debidamente ordenada para dar el ejemplo a mi hijo/a?”, son algunas de las herramientas emocionales que comparte Jilek.

    Otras posibilidades que se plantean tienen que ver con la priorización de las actividades. “Dejar cada cosa en su lugar muchas veces ayuda. Si creo que mi hijo o hija requiere de mi atención de manera completa en ese momento, tal vez puedo buscar un plato más sencillo para cenar y dedicarle así más tiempo”, dice Jilek.

    Otro aspecto que plantea la psicóloga tiene que ver con dejar los problemas del trabajo puertas afuera del hogar. “Cada cosa debe estar en su casillero. Es fundamental que mi hijo sienta que ese momento compartido con él es para mí el más importante de mi vida”, destaca la profesional abocada a la temática vincular.

    El texto original de este artículo fue publicado en nuestra edición impresa de octubre. Ingresá a la edición digital para leerlo igual que en el papel, haciendo click aquí

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