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    Invitados por Radisson Blu Acqua Hotel & Spa tuvimos la oportunidad de adentrarnos en el glamoroso hotel de Concón, el más importante cinco estrellas en esa comuna costera.

    La llegada en vehículo desde Mendoza supone recorrer los casi 400 kilómetros que nos separan del Pacífico, atravesando una cordillera con menos nieve de la que debería haber en esta época pero con lo imponente de siempre. El amplio playón al frente del Radisson Blu Acqua Hotel & Spa ubicado sobre Avenida Borgogno al 23.333 en Concón, es el preludio de una síntesis de servicio absoluto y preocupación real por el huésped. Un botones presuroso, acude ante el vehículo que ingresa al predio para recepcionar y colaborar solicitando las llaves y descargando todo el equipaje.

    Desde el amplio lobby puede apreciarse una postal, omnipresente en todos los ambientes y creanmé que cuando digo todos es real, de los amplios ventanales al mar. Este hotel, es una franquicia de Radisson Hotels Group y uno de sus propietarios es el arquitecto que lo diseño. Se encuentra ubicado en una amplia faja rocosa sobre el mar que antiguamente estaba abandonada y depreciado su valor. Un acuerdo con la comuna y la cadena hotelera permitió la revalorización de toda la zona y la construcción del Radisson Blu Acqua Hotel & Spa constituyó un hito de vanguardia y calidad. La característica del terreno es que es muy angosto y perpendicular al mar, sobre esa superficie rocosa se erige el hotel, prácticamente sobre el oleaje final del Pacífico y con una sorprendente vista de toda la bahía de Higuerillas, contigua a playa Amarilla.

    Luego de que la amable conserje nos recomendara el segundo piso, de los cuatro disponibles, “porque está un poco más elevado y tiene la vista más bonita del mar” y de recibir una copa de espumante de bienvenida, tomamos la amplia habitación que sorprende por su ameno interiorismo pero también por la original distribución de la cama que está justo en medio del cuarto con vista a un gran ventanal, que por supuesto enmarca una de las postales más impactantes del mar de Chile. Como siempre debe hacer cualquier viajero, salimos a recorrer las instalaciones, una previa rápida para entrar en clima. En todos los pasillos, ascensores y estancias el personal resulta extremadamente amable y resuelto a asesorar ante cualquier duda. La terraza de hotel está preparada para pasar una jornada completa, posee dos piscinas de mediano tamaño, una con agua de mar atemperada con leña. Sentir el sutil ahumado que desprende la caldera, conjugado con el olor del mar es de una complejidad exquisita. La otra piscina en este sitio, es un poco más amplia y seguramente en días muy calurosos, el lugar de mayor concurrencia. De allí fuimos derecho al piso Z, subsuelo al mismo nivel de las rocas y el mar que contiene dos sitios fundamentales en la experiencia Radisson Blu Acqua Hotel & Spa: una piscina cubierta atemperada a 32 grados con agua de mar y la zona de spa. La piscina cubierta es en sí mismo una experiencia dentro de otra.

    Con rocas de la zona se “ambientó” para que la sensación fuera la de estar metidos dentro de una piletita natural sobre el mar, con los obvios beneficios de no tener ni el frío del mar ni el fuerte viento. Los amplios sillones y camastros invitan a relajar el cuerpo y la mente luego del chapuzón; ésta, de todas,

    fue nuestra zona preferida del hotel. Dan ganas de permanecer aquí toda la estadía. La decoración y arquitectura del hotel son un componente principal, su belleza y calidez completan sin dudas la experiencia. Es más, estamos seguros que sin esta perfecta conjunción no sería posible disfrutar la calidez humana y los servicios que ofrece. La piedra es un componente central y de respeto al entorno; sus muros revestidos casi por completo de las rocas sobre las cuales fue construido el hotel, integran el adentro con el afuera de manera orgánica y natural. En tanto que destaca una decoración minimalista pura con ambientes acogedores pero despojados de pretensiones, en los que la luz tenue se hace protagonista. Un párrafo aparte merece el mobiliario, la selección de sillones, mesas y poltronas de diseño, conjugan a la perfección con el edificio; una delicia y un nivel de detalle incomparables. Ya por la noche nos dirigimos a probar la promocionada gastronomía del lugar.

    El restaurante ofrece todas sus mesas con vista al mar, como no podía ser de otra manera. La carta cuenta con una oferta de mar y tierra para todos los gustos, nosotros nos inclinamos por platos de mar, como cada visita a Chile demanda. Pudimos probar una deliciosa lasagna de jaiba y a mí entender el plato estrella del resto, una trilogía de pescados de la zona con mariscos; ideal para quien desee paladear las delicias culinarias del vecino país. La carta de vinos es amplia y ofrecen servicio por copas, una opción interesante que permite probar dos o más vinos diferentes. Nuestra noche terminó con una copa en uno de los dos modernos pubs del hotel;aquí nos encontramos con la grata sorpresa de poder disfrutar en vivo a Pancho Puelma, un reconocido rockero de la generación del 80 quien nos hizo cantar algunos hits del rock nacional argentino, chileno e internacional. Genial cierre para una jornada increíble. Luego de una reconfortante noche, y aquí vale destacar el extremo confort tanto del colchón como las tres opciones de almohadas, fuimos a conocer el Acqua Talasso Spa, centrado en el uso de agua de mar para tinas y piscina, es decir en talasoterapia. La oferta de este servicio es amplísima: masajes, tratamientos corporales, exfoliaciones, saunas y spa. Para todos los gustos y necesidades, además de una interesante propuesta denominada “Rituales en pareja” con opciones para compartir y disfrutar una más que agradable jornada. No puede dejar de destacarse que el hotel opera con un principio de sustentabilidad; recicla todo el cartón, papel, vidrio y pilas que consumen; además cuenta con paneles solares para aprovisionarse de energía y utilizan aguas grises para regadío.

    La decoración y arquitectura del
    hotel son un componente principal,
    su belleza y calidez completan sin
    dudas la experiencia.

    Visitar Radisson Blu Acqua Hotel & Spa en Concón es desconectarse de la rutina y establecer una profunda conexión con el mar, con uno mismo y con todo lo que nos hace bien. Su gente, su arquitectura y sus servicios conforman una trilogía perfecta que permite vivir una experiencia gratificante y renovadora. Una experiencia que sin dudas dan ganas de volver a vivir la mayor cantidad de veces posibles.

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